Liubliana, Eslovenia.


La salida en micro de Budapest-Kelenföld fue con retraso. Al fastidio inicial por la demora siguió (una vez acomodado en mi asiento) un adormecimiento ayudado por los más de 30 grados de temperatura, una constante en todos los viajes en micro por los Balcanes. Entre sueños, ese día en el mp3 retumbaba Nick Cave y “Skeleton tree” y en mi cuaderno algunas palabras en esloveno/croata/bosnio para, al menos, poder decir “gracias”, “buen día” o “por favor”; una lista interminable de lugares que conocer y un plazo de 3 días para hacerlo. Importante: dejar una tarde para callejear y una noche para tomar unas cervezas eslovenas Laško y lo básico: siempre la cámara lista, con suficientes tarjetas y las baterías cargadas a full. Bajé del micro en la terminal de Liubliana cerca de las 13hs. con 35 grados de temperatura y empecé a caminar por Miklošičeva cesta hacia el centro de la ciudad, a unas 10 cuadras, donde se encuentra el centro histórico, el Río Liublianica y, por supuesto, el departamento de Syed y Maya, donde me alojaría los próximos 3 días y cerca del Puente de los Dragones, uno de los puntos turísticos de la ciudad.

 

La primera mirada al llegar al centro fue el Triple Puente. Obra de Jože Plečnik, es uno de los símbolos de la ciudad y punto de encuentro de miles de turistas. Las primeras fotos: los candados de Puente de los Carniceros – (Mesarski Most) –

 

Un poco más allá el Mercado, a esa hora cerrado, y los bulevares que bordean al Liublianica atestados de gente. Cuando llego al Puente de los Dragones empiezo a buscar en el mapa dónde está el departamento, esperando un poco de sombra y sosiego y una vez instalado salgo para aprovechar el resto del día y la mejor luz. El almuerzo tardío es a las 16hs.: burek y fría cerveza Laško.

 

Comienzo el recorrido por la ribera oriental del río. La gente disfrutando del sol del atardecer y la temperatura ahora más apacible después de lo peor del calor del mediodía. El caminar rodeado de esculturas y bustos no es tan común y parece decir algo de los eslovenos. Por algunas cosas que leí antes y después de mi viaje entendí que ellos tienen (o sienten) una pertenencia más cercana a lo europeo. ¿Serán los negocios con ropas y accesorios europeos?, ¿locales con leyendas en inglés?.

 

Esto mismo es más raro de ver en Croacia, Bosnia o Montenegro, donde la cultura musulmana se respira en casa esquina. Mujeres con HIYABS y NIQABS, hasta el SALAT, los cinco rezos diarios que se escuchan por los parlantes en lo alto de los minaretes que hay en cada mezquita, las comidas y el aroma a especias en los mercados. Todo esto no se ve en Eslovenia, que se independizó de Yugoslavia tras un conflicto armado corto llamado “Guerra de los 10 días” en junio de 1991 y posteriormente se adhirió a la Unión Europea, se integró al Euro y al Area Schengen. A cada paso se pueden ver bustos y obras diseñados por el arquitecto Jože Plečnik, uno de sus mayores próceres nacionales y discípulo del vienés, también arquitecto, Otto Wagner. Tanto en la plaza que está frente al Triple Puente, el Puente mismo, la Biblioteca Nacional de la Universidad, el mercado central, el cementerio de Žale y tantas otras obras bordeando el Liublianica hacen de Plečnik el padre de la patria en Eslovenia. En una de las caminatas me encontré con una galería de arte donde había una muestra del fotógrafo francés Marc Riboud y muy cerca de allí dos librerías. A pocos pasos de distancia entre unos y otros había una banda de jazz, grupos de rock, chicos pintando y distintas demostraciones artísticas.

 

Al atardecer se empezaban a ver más grupos de gente y familias caminando por las costas del río, algunos buscando un lugar para comer o tomar algo y otras simplemente callejeando o mirando vidrieras. Temprano a la mañana siguiente me acerqué a conocer el mercado que se extiende desde el Puente de los Dragones y el Puente Triple, en la Plaza Vodnik: frutas, hortalizas y verduras de todo tipo y vi allí una imagen que se repetiría muchas veces en este viaje a los Balcanes: algunos trozos de frutas maduras eran dejadas en un extremo del mostrador por los puesteros e inmediatamente eran cubiertos por una nube de abejas. Parece ser que al estar distraídas comiendo lo dulce no molestan a los clientes y así se evitan accidentes innecesarios.

 

Hay dos centros culturales alternativos en Liubliana: uno llamado ROG, porque está en las instalaciones ahora abandonadas de una fábrica de bicicletas llamada precisamente así y otra, más cerca de la estación de buses y del Museo de Arte Moderno, en el barrio Metelkova.

 

En ambos lugares grupos de jóvenes tienen las instalaciones tomadas, donde viven y se juntan para armar actividades e instalaciones artísticas . Un eje para conocer: la Galería Nacional de Eslovenia y muy cerca el Parque Tivoli y la colina Siska y las reproducciones de las obras de la Galería en el paseo de Jakopic.

 


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