Liubliana, Eslovenia.
La salida en micro de Budapest-Kelenföld fue con retraso. Al fastidio inicial por la demora siguió (una vez acomodado en mi asiento) un adormecimiento ayudado por los más de 30 grados de temperatura, una constante en todos los viajes en micro por los Balcanes. Entre sueños, ese día en el mp3 retumbaba Nick Cave y “Skeleton tree” y en mi cuaderno algunas palabras en esloveno/croata/bosnio para, al menos, poder decir “gracias”, “buen día” o “por favor”; una lista interminable de lugares que conocer y un plazo de 3 días para hacerlo. Importante: dejar una tarde para callejear y una noche para tomar unas cervezas eslovenas Laško y lo básico: siempre la cámara lista, con suficientes tarjetas y las baterías cargadas a full. Bajé del micro en la terminal de Liubliana cerca de las 13hs. con 35 grados de temperatura y empecé a caminar por Miklošičeva cesta hacia el centro de la ciudad, a unas 10 cuadras, donde se encuentra el centro histórico, el Río Liublianica y, por supuesto, el departame