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Mostrando entradas de mayo, 2009
Este reportaje (El espíritu de los Andes), también fue publicado en clarin.com en la siguiente entrada:  http://www.clarin.com/diario/2009/03/20/conexiones/t-01881232.htm 
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El espíritu de los Andes. "Cuando el cóndor vuela, va a encontrarse con Viracocha (Dios)…”, dicen en las comunidades originarias de los Andes americanos, y desde que este enviado ha desaparecido de sus cielos sus ruegos no llegan a destino. A mediados del siglo XIX, naturalistas como Charles Darwin,el perito F. P. Moreno y Guillermo E. Hudson citaban al cóndor andino como habitual visitante de las costas de Río Negro, pero hace más de 170 años que están localmente extinguidos en la zona y sólo viven hoy en los recuerdos de los nietos de algunos infaltables memoriosos. Desaparecido en Venezuela desde 1965, y con algunas pocas decenas de ejemplares en Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, es en Chile y en la Argentina donde sobreviven poblaciones más abundantes. No obstante, los peligros que los amenazan son la reducción de su territorio por la presencia humana, los perros domésticos con los que compiten disputándose la carroña, el peligro de ingerir animales envenenados para acabar
Superman existe y habría estado en Parque Patricios. (para vos, Clark Kent, o como te hagas llamar ahora…)   Hay en Pepirí, frente a la Colonia de Vacaciones de Parque de los Patricios (o Colonia, a secas, como la conocíamos en aquellos tiempos) y a metros de Uspallata una plaza chiquita y en forma de triángulo. En el Triángulo jugábamos al fútbol. Mi barra de amigos por aquellos tiempos era, por decirlo de alguna manera y tratando de elegir las palabras, ecléctica: porque cómo, habiendo tantos potreros en el barrio, elegimos una canchita de fútbol con forma de triángulo. El Triángulo era una cancha difícil. Nuestros rivales siempre querían jugar en cualquier otro lado, pensando inocentemente que en un campo paralelepípedo aumentaban sus chances, pero nosotros siempre nos resistíamos obstinadamente. Nuestro plan de juego era simple cuando defendíamos el arco que daba al vértice: se achicaban los espacios y toda esa lata de los técnicos de fútbol aunque era un arma de doble fi